sábado, 13 de abril de 2019

Presentacion del libro MALDITO IMPERIO ROMANO


Presentación de MALDITO IMPERIO ROMANO.

De la misma manera que antes de empezar a escribir un libro procuro redactar un esquema para utilizarlo a modo de calibre mientras trabajo, una vez acabado siento la necesidad de saber qué he hecho, no solo para incorporarlo al conjunto de lo que hago, también para explicárselo a los demás.

Lo primero que puedo decir es que el libro tiene dos ejes, El Maresme y la Historia. El Maresme, porque todos los escenarios que se describen, siempre sugeridos por la propia narración, son parte de esa geografía. El Maresme porque es un escenario magnífico, lo era en mi cabeza cuando volvía por la calle Platería junto a los amigos, después de haber dejado el tren en Cercanias, con el cuerpo agotado, embadurnado de sal y arena. Lo ha sido a lo largo de mi vida porque nunca me ha fallado cuando he necesitado un rincón donde madurar las ideas o simplemente un paseo relajante. Lo sigue siendo a pesar de la explotación exhaustiva de sus recursos, a pesar de la industrialización y desindustrialización salvajes, de la especulación inmobiliaria, y de todos los malos usos que la obsesión por el dinero suele provocar sobre el territorio, a pesar de todo eso, sigue manteniendo ese áurea que invita a zambullirse en la alegría de la vida. Cuesta no sentirse en el Olimpo encaramado a alguna de las rocas que emergen de la arena, mientras las olas refrescan tus pies y sol acaricia tu cuerpo. Y cuando digo una roca, también podría referirme a una de las bonitas terrazas que menudean por sus pueblos.

Y la Historia. De hecho el libro parte de una experiencia muy tonta, muy elemental. Supongamos un trayecto desde las piedras sagradas, dolmenes y menhires normalmente situados en parajes metidos en la montaña y dotados de un halo que invita a respirarlos, a hacer un alto en el camino, un supuesto trayecto, digo, desde esas piedras hasta el peaje de la autopista en un día de movimiento, cualquiera llega a la conclusión de que en esa geografía han ocurrido muchas cosas. Semejante conclusión puede resultar muy inspiradora para alguien que tiene la manía de escribirlo todo, o casi todo

Es entonces, cuando a partir de los elementales conocimientos académicos, las evoluciones observables en el territorio y la propia imaginación, aparece algo similar a la historia, pero sin pretensión científica ninguna, tan solo como soporte del relato. De lo que pudo haber ocurrido.

Sería una historia imaginada, es decir literaria, concebida como un infinito montón de historias pequeñas y elementales, de la misma manera que podemos ver una catedral como un montón de piedras, cada una con su propia historia, es decir, la del trabajo que les ha dado forma y un lugar en el monumento.

Al pasar a texto doce de esas pequeñas historias, aparece MALDITO IMPERIO ROMANO, cuyo único nexo con la Historia, en mayúsculas, es el orden en que aparecen los relatos. Cada una de las narraciones son historias independientes sobre personajes con determinadas inquietudes personales que proporcionan la trama de cada cuento. Desde luego que no voy a revelar el contenido de los cuentos, sin embargo, si me parece interesante hacer un mínimo relato de esa historia imaginada o literaria que, a su vez, le dará sentido al titulo del libro.

En algún momento las humanas y los humanos, pero sobre todo los humanos, cayeron en la cuenta que el esfuerzo más rentable, el que proporcionaba más riqueza, es la violencia, es decir robar el trabajo de los demás. Y en esas estamos, todavía no hemos sido capaces de superar la violencia como nexo último entre sociedades. Este primer cuento es una fantasía sobre como pudo ocurrir algo así.

Lo curioso, lo que da que pensar, es que paralelamente al surgimiento de ese fenómeno, surge también, lo que hoy en día llamamos cultura. Tiene su lógica si consideramos que el robo genera un gran excedente, que el jerarca utilizará para organizar y magnificar sus masacres, con las más fastuosas y peregrinas fantasías culturales.

Como era de esperar, andando el tiempo, la organización para el asalto y el robo fue sofisticándose hasta formar impresionantes tinglados a partir de un potaje de religión y militarismo al que llamaban imperio. La característica común de cualquier imperio es que arrasa con todo lo que no sirve a sus intereses e imponen una forma de vida uniforme y artificial, separada de la tierra. Desde el momento en que aparecieron los imperios, ya no será la naturaleza la que guiará nuestros pasos, sino la sacrosanta voluntad de Sumo Pontifice, es decir, del emperador.

En lo único que son racionales los imperios es en la economía: cuando el botín que obtienen no compensa el gasto de machacar a los pobladores de cierto territorio, lo abandonan. Eso hizo el Imperio Romano. Aquí nos dejaron, mucho más pobres y dándonos garrotazos los unos a los otros.

Efectivamente se tardaron mil años en reponer algo parecido al orden imperial. Para recuperar su esplendor el Sumo Pontífice al que, los distintos jerarcas, aun hoy en día, acuden a recibir sus bendiciones, tuvo que vérselas con toda clase de herejías, cismas, librar sanguinarias guerras contra los musulmanes y execrables luchas entre las familias que aspiraban a la mitra de Sumo Pontífice. Para entonces la cruz que viera Constantino en la batalla del Puente Milvio ya había sustituido definitivamente al águila imperial y a la expansión del imperio, es decir, a la apropiación de nuevas tierras y al robo de su riquezas, le llamaron evangelización.

Sin embargo, al imperio le salió un enemigo frente al que, a día de hoy, sigue cediendo terreno, es el racionalismo a cuyo abrigo la ciencia y la tecnología progresaron exponencialmente, proporcionando al progreso real de la gente, posibilidades que la parafernalia milagrera del imperio no les proporcionaba. Así, sectores de la población cada vez más grandes, cuestionaron la legitimidad del mitrado hasta que la Revolución Francesa sustituyó la curia romana por el parlamento.

No iba mal encaminada la actitud del imperio cuando, en un principio, se oponía a cualquier forma de racionalismo. Sabían que el más mínimo escape acabaría en catarata. Y así está siendo. La tecnología permite a más y más gente el acceso a la cultura, es decir a la capacidad de racionalizar y, en esa medida, cada vez más y más gente se niega a admitir la autoridad del Sumo Pontífice que, desnudo de sus poderes sobrenaturales, aparece como el jefe de un desmesurado tinglado para acumular riqueza, que es el objetivo real de cualquier imperio.

Así las cosas, no es de extrañar que alguien se plantee acabar de una vez por todas con el Maldito Imperio Romano y liberar todo el potencial humano que el imperio reprime para sobrevivir. En la última narración del libro es un 'heavy' que encomendándose a Ishtar, a Thor y a toda clase de dioses paganos, inicia la destrucción del imperio... Se trata de un 'heavy' porque entre todas las tribus en torno al rockanroll, es la que más claramente reclama la cultura que el imperio califica de diabólica y pagana.




Juanma. 5/4/2019.

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